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#Ysi el arte se convirtiera en flores?

02.12.14 / PLANES

#Ysi el arte se convirtiera en flores?

Fransen et Lafite o lo que es lo mismo: ¿y si las flores se convirtieran en todo un arte? Hay en Madrid dos personas capaces de conseguirlo. Patrick Fransen y Javier Alcaín Lafite son los responsables de que la floristería en Madrid nunca vuelva a ser como antes, sino un arte digno de museo que sin embargo está al alcance de todas nuestras casas. Fransen et Lafite se convierte así en un destino ineludible para quienes quieran ser testigos de las infinitas posibilidades y matices que se esconden detrás de calas, crisantemos y toda suerte de flores difíciles de encontrar en otro rincón de Madrid.

Decía Picasso: “el principal enemigo de la creatividad es el buen gusto”. No le faltaba razón al genio de la pintura, pero como toda norma, encuentra su excepción: en el número 5 de la calle Espejo de Madrid, Patrick y Javier demuestran, tanto con su trabajo diario como con la absolutamente perfecta decoración de la floristería más única de Madrid, que son tan imaginativos como elegantes, y que cualquier creación con sello Fransen et Lafite es capaz de despertar lo mejor de cada flor de maneras tan insospechadas como insuperables. Patrick es holandés, y un experto florista con un ojo capaz de trasladar las mejores flores de Holanda al corazón del Madrid antiguo; Javier es (también experto) decorador y paisajista, con ascendencia francesa y el talento de transformar espacios urbanos en verdaderos jardines.

Porque un jardín interior es la mejor manera de definir el local ocupado por Fransen et Lafite. 140 metros cuadrados en los que Patrick y Javier acertaron de pleno con su propósito de renovar el concepto de floristería en España, y es que es imposible encontrar otra igual. No sólo por las magníficas flores, objetos de decoración y velas aromáticas de marcas exclusivas y esencias insólitas; o la perfecta integración de continente y contenido en un espacio protagonizado por flores únicas; sino además por el trato encantador de Patrick y Javier.

Todo en Fransen et Lafite consigue estar en armonía con el propósito principal que las flores tienen en este lugar (y deberían tener en todas partes): hacernos disfrutar. Un producto natural, una decoración inmejorable y una atmósfera acogedora que hacen que, además de comprar flores, te quieras quedar a pasar el día. Y tenemos la suerte de que, en esta época del año, podemos: con motivo de la Navidad, los fines de semana Patrick y Javier acogen a sus clientes con apetecible vino caliente para disfrutar juntos de las flores más especiales de Madrid. ¿Hay mejor plan que arte y amigos?

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  1. M ANGELES GUERRA

    04.12.2014

    Es preciosa la tienda !!!

  2. JORGE

    16.12.2016

    Los floristas «orgullosos»…
    La noche del día 15-16 de Septiembre del 2016 la pasamos en blanco totalmente, debido a los ruidos causados por nuestros vecinos de al lado, los floristas de la floristería Fransen et Lafite. Los ruidos de día son soportables, porque apenas te das cuenta de si corren un jarrón de un lado para el otro o el agua del grifo correr, pero ya se sabe que durante la noche los sonidos aumentan de volumen casi al doble. Pues bien, aquella noche se oía el taconeo de los zapatos caminando, y como arrastraban cosas de un lado a otro, parecía que moviesen muebles y el agua del grifo correr. Aquella noche nos habíamos acostado pronto, sobre las once porque estábamos muy cansados y por la mañana teníamos nuestros compromisos (de trabajo… etc.), pero fue en vano, porque no llegamos a dormir ni un ratito cuando comenzó aquel molesto ruido.
    Nuestro dormitorio da pared y encima del sótano de la floristería, y los ruidos provenían de allí. Esperamos durante toda la noche a que cesaran los ruidos, pero ya agotados de no poder dormir, y sumamente extrañados pensando que estaba ocurriendo algo raro (una floristería trabajando a esas horas intempestivas), a las 4 de la mañana salí a la calle a ver qué ocurría en el local de los floristas con una bata puesta encima del pijama a llamarles la atención y pedirles por favor que dejaran ya de hacer ruido, que no eran horas y que llevaban así toda la noche. Pero no se disculparon en absoluto a pesar de las horas y de mi más que visible malestar. Y además de no disculparse uno de los dueños en vez de disculparse por la molestia causada como haría cualquier persona con una mínima educación, tuvo la osadía de increparme por llamarle la atención a esta hora y no hacía más que quitarme la razón, que ellos no hacían ningún ruido. Parece ser que he salido a esta hora de la madrugada en pijamas solamente por chulería o por cualquier otro motivo. Por la mañana a salir de casa, un empleado de la floristería hacia los mismos ruidos, le he dicho que ya que no nos han dejado dormir de noche, por lo menos que nos dejen tranquilos por la mañana. Me ha contestado que tenían que trabajar. Importaba poco que nosotros también teníamos que dormir por la noche y no hemos podido por culpa de ellos.
    Al volver a casa sobre 14:30 horas, fui a hablar con uno de los dueños, me dijo que yo no tenía por qué decirle nada al empleado. Le he contestado que no estaba ninguno de ellos y que no tenía tiempo para esperarles, ya que el ruido lo hacia el empleado y no otra persona. (O sea además de no pedirme disculpas, pretendía hacerme sentir culpable a mi) y no solamente no se disculpó, sino que me respondió que él tampoco había dormido nada. Como si por la razón de que él no hubiera dormido por trabajar, nosotros no tuviéramos derecho a nuestro descanso. Al parecer su trabajo es muy importante, tanto más que el descanso de sus vecinos.
    Pero lo peor no es el ruido que hicieron que si no es a propósito y es algo puntual puede ser perdonable, pero su comportamiento no lo es en absoluto, que menos que pedir disculpas. Pero no, encima se puso chulito, diciéndome que en ese tono no piensa hablar conmigo – ya que me había puesto algo nervioso como defensa a su chulería. ¿Qué esperaba? ¿Que después de no dormir en toda la noche, y contestándome de esta manera, estuviera sonriente y placido?
    En fin, que todavía estamos esperando una disculpa que no llega. Y me parece realmente lamentable que pasemos por su lado y se vuelva de espaldas haciendo que no nos ve.
    Pensé que eran dos personas educadas y amables, pero veo que no, que solamente es fachada. Ni siquiera me han dado la oportunidad de hablar con ellos, parece que fuera yo el culpable de todo, no me lo han permitido, se han negado a escucharme como si hubiera sido yo el que hubiera provocado aquella situación. Parece ser que es por debajo de sus “dignidades” reconocer los hechos y en consecuencia, pedir las disculpas necesarias como haría cualquier persona educada (como pretenden ser).
    Y por último me he quedado con ganas de decirles que, si me lo hubieran dicho con antelación, no hubiera tenido ningún inconveniente de haberme ido a dormir a otro dormitorio. Creo que todas las cosas tienen solución, y que el dialogo es la mejor forma de hacerlo. Pero parece ser que pido demasiado. Qué pena estar rodeados de gente de este tipo.

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