Lo más cerca que vamos a estar de conseguirlo, está en la calle Conde Duque de Madrid, en el ya mítico Jardín Secreto. Relojes de otra época, caracolas por todos lados, cascadas de lámparas de colores, y una comida para chuparse los dedos. Arranca por las tardes, tranquilo, pero por la noche no cabe un alfiler. La magia, que aún nos vuelve locos. Y más en el centro de Madrid.