07.04.15 / GASTRONOMÍA
Si Madrid no va a París, París viene a Madrid, y lo hace transformado en un salón de té sorprendente. Pablo es el responsable de regalar este pedacito de encanto parisino al barrio de Chamberí de Madrid, y lo hace juntando su pasión (la floristería) con una nueva manera de disfrutar las flores: tomando el té. Pablo lleva la floristería en sus venas, y es que hace más de 100 años su abuelo decidió cambiar la ganadería por trabajar entre flores (llegando a encargarse del Jardín de la Biblioteca Nacional). Una familia “floristera” que transmite el amor por las flores de generación en generación, llevándolo cada vez más lejos: hasta Salon des Fleurs, un proyecto ante el que es imposible pasar de largo.
Y es que en Salon des Fleurs, Pablo ha conseguido crear una verdadera colección de cosas bonitas: muebles delicados, tienda de detalles, cafés y tés exóticos, productos delicatessen, flores y, lo que más, que se desviven por hacer sentir a cada persona completamente cómoda entre sus paredes. ¿Qué más se puede pedir cuando en un lugar incluso el baño es digno de fotografiar? Pablo tiene más de 20 años de experiencia en cuestión de flores (una cuestión sinónimo de belleza) y, desde su antigua (vecina) floristería quería crear un nuevo proyecto, algo diferente que continuara manteniendo las flores como protagonistas del espacio. Así surgió la idea de un salón de té, y tras los grandes ventanales de Salon des Fleurs Pablo ha podido comprobar cómo la mezcla entre floristería y café ha sido todo un éxito y, desde la barra, es testigo de cómo la cultura del té va cogiendo fuerza, y si es acompañado de flores, mejor.
“Siempre nos quedará París” en Madrid toma un nuevo significado: siempre nos quedarán las tardes de Chamberí, en las que disfrutar una charla, una merienda, ¿unas compras? y, sobre todo, salir andando a casa con unas flores y con la sensación de haber conocido uno de los sitios con más encanto de la ciudad. ¡Suerte, Pablo!