07.08.20 / GASTRONOMÍA
El origen del capuchino nos lleva de viaje a Italia pasando por Viena. Hay diferentes teorías sobre el nombre, una de las más extendidas lo relaciona con el color del sayo de los monjes capuchinos, marrones de la cabeza a los pies.
La historia del capuchino está ligada a la llegada del café a Europa, concretamente a la leyenda de uno de aquellos monjes capuchinos, un tal padre Marco d’Aviano, que fue invitado por el papa Inocencio XI a Viena para convencer a las potencias europeas de una coalición contra los musulmanes otomanos que les estaban asediando. En medio de la reunión, en una cafetería vienesa, el monje corrigió el café fuerte que le sirvieron con leche y la bebida fue nombrada Kapuziner, o lo que es lo mismo, cappuccino en alemán.
Al final, las leyendas son eso, porque también hay quien dice que en Viena los baristas ya llevaban tiempo experimentando con mezclas de café y leche, café y crema, café con leche y miel… A lo largo del siglo XVIII el “kapuziner” se extiende por Venecia y el norte de Italia, parte del Imperio Austro-húngaro y se enriquece con aromas, especias y la crema de leche montada encima. Y no es hasta el siglo XX, con la llegada de las máquinas de café espresso cuando el cappuccino se convierte en lo que hoy conocemos, un café intenso que se suaviza con espuma de leche conseguida con vapor.
Para conseguir un cappuccino de 10 no hace falta complicarse mucho, de hecho, es tan simple como ir a la nevera, coger nuestro cup favorito, agitar y tomar. El cappuccino de Kaiku Caffè Latte tiene solo leche fresca semidesnatada, café arábica de producción sostenible certificada por Rainforest Alliance, azúcar y un toque de cacao en polvo sostenible.
Para hacer capuchino de 0, necesitas un buen café espresso y leche fresca, a poder ser. La calidad de los ingredientes es importante. Y después está la técnica, solo apta para valientes. Necesitas 25ml de café espresso y 100 ml de leche espumada, vaporizada con calor pero no previamente calentada. Para ello venden el típico vaporizador de leche o puedes intentar hacerlo batiéndola mientras se calienta en una olla a fuego lento. Te aconsejamos evitar la leche desnatada e ir a por la entera o semidesnatada, ya que tiene más textura y lograrás mayor sabor y cremosidad en tu cappuccino.
Una vez tengas tu espresso (30ml) y la leche fría haya ganado volumen y temperatura con el vapor, debes verter la leche en el café con cuidado. La taza también es importante: debe ser de cerámica o de loza, que mantenga el calor, y tener entre 150 y 160 ml de capacidad.
Termina tu capuchino con un poco de cacao puro en polvo o canela. Y ¡listo!
Los italianos solo toman cappuccino por las mañanas, pero no veo ningún italiano por aquí… así que disfruta del mejor café arábica de Nicaragua y Honduras con un toque de chocolate y la mejor leche fresca cuando tú quieras. ¡No les diremos nada!