12.02.15 / GASTRONOMÍA
Ana y Alfonso comenzaron, con sus respectivas parejas, la aventura de crear un punto de encuentro para viajeros en el que poder compartir impresiones y descubrir nuevos paraísos por explorar. El equipo de La Ciudad Invisible hace gala de las características del perfecto viajero: inquietos, curiosos, dispuestos y sin prejuicios; y juntos decidieron compartir su espíritu viajero con los otros trotamundos (reales y potenciales) de las calles de Madrid. Así, sobre los cimientos de una antigua ferretería nació La Ciudad Invisible en septiembre de 2012, y sus estanterías (y sillones) no han dejado de llenarse en ningún momento.
Porque una parte esencial para viajar (y que, ojo, tampoco es enemiga de la sana improvisación) es el placer de preparar un viaje y la emoción de “poner cara” y localización a los puntos del planeta a los que dedicaremos horas, días o meses. Para esto, “Ana, Alfonso, Mónica, Juan, Ainhoa, Mikel y Miguel” firman el compromiso de tener siempre a disposición de los viajeros guías nuevas para comprar y otras ya usadas, disponibles para consulta y tardes de lectura o para préstamos y viajes… porque no hay nada como preparar un viaje con la tranquilidad de contar con las opiniones de quienes ya han disfrutado de la experiencia. Además, para la utilidad (y disfrute; que viajar es ante todo una pasión) de los ya adictos a este café de Madrid, organizan charlas, debates, exposiciones, presentaciones de libros y difusión de acciones solidarias a favor de un turismo responsable.
Nos llama la atención uno de sus objetivos: “viajar mola más si dejamos las cosas como nos las encontramos, para que los siguientes las disfruten de la misma manera, o mejor”. Una verdad como un templo y que cada día encontramos entre las paredes de La Ciudad Invisible: viajeros que disfrutan de su destino y explican su experiencia para que los siguientes lo puedan disfrutar igual, o mejor. Como en todo, para ser feliz hay que compartir: ¿compartimos una merienda o unas tapas del mundo mientras viajamos a destinos muy, muy lejanos?