03.07.15 / TENDENCIAS
Jaime, economista de profesión, dejó el campo de las finanzas para impulsar una pasión personal: habiendo vivido en países de tradición “biker”, sabía que Madrid tenía un potencial enorme para desarrollar el entusiasmo por la bici. “¿Y si pudiera hacer lo que me gusta?”: todo empieza con una pregunta, y así Jaime llegó a un proyecto que no sólo le realiza a él, sino a Madrid. Su sueño: un espacio para que la bici reciba por fin el protagonismo que merece, y más en una ciudad con un clima afín; y en el que quienes quieran adquirir una bicicleta (en definitiva, elegir un compañero de viaje), puedan disponer del mejor trato y el mejor asesoramiento. Si eres bueno y sabes lo que te gusta: ¿por qué no hacer algo grande con ello?
Así, Slowroom irrumpe en Madrid en 2013 como una manera innovadora de entender el ciclismo urbano, al nivel de las mejores boutiques de bicicletas de países con alta tradición ciclista. O mejor: porque no es sólo una boutique. Es un espacio homenaje a la bici urbana que, por su decoración (con una instalación neumática que llama la atención) y por su mimo en el taller de bicis, pone en relieve la afirmación de que el ciclismo (urbano) también es un arte. El diseño es una parte fundamental de Slowroom, así como productos de todo tipo que convierten el ciclismo urbano en un verdadero estilo de vida. Slowroom, porque en realidad es un Showroom dedicado al mundo de la bici, pero también profundamente ligado con la filosofía Slow, que precisamente se centra en un disfrute más pausado de las pequeñas grandes cosas, como usar la bici a diario.
El Manifiesto Slowroom recoge una verdad a gritos: creen en una vida más relajada, más agradable, en la que tengan protagonismo las cosas importantes. Cuidar nuestro entorno, premiar la calidad y los detalles y, sobre todo, disfrutar de aquello que nos ponga una sonrisa en la cara. ¿Os apuntáis a conocer vuestra ciudad en bici? No querréis volver a verla de otra manera. ¿Y si lo probamos?